Evita problemas de colocación y consigue un acabado perfecto.
Todos hemos visto un suelo o una pared chapada con cerámica en la que, en lugar de fijarnos en la belleza de su diseño, hemos acabado fijándonos en la colocación y las juntas.
Esto pasa cuando la cerámica se ha colocado mal, ha habido problemas de ortogonalidad o incluso que el canto de la baldosa es demasiado pronunciado.
La cerámica rectificada permite realizar una mejor colocación y su instalación final queda perfecta.
Cuando rectificas una pieza de cerámica consigues que el formato de la pieza sea el mismo en todas las piezas de la producción, así que, no hay problemas a la hora de ajustar las juntas en la pared o en el suelo.
Visualmente, cuando colocas dos piezas sin rectificar, se puede observar que el canto suele ser redondeado por lo que, una vez instalado, la junta se ve mucho más pronunciada.
Además, a la hora de rejuntar la superficie, requiere mucha menos cantidad de pasta y superficialmente queda al mismo nivel que la cerámica.
Si quieres un revestimiento que quede perfecto, la cerámica rectificada es la mejor opción.